Poemas picantes cortos para seducir


¿Te atreves a encender un poquito el fuego con palabras? Porque no todo es corazones y rosas cuando se trata de la poesía. A veces, lo que necesitamos es un toque de picardía para avivar el deseo o simplemente sacarle una sonrisa traviesa a quien nos importa.
Estos poemas que hemos preparado con la ayuda del buscador de citas Valencia Citas son como pequeños susurros al oído, ardientes pero sutiles, perfectos para mandarle un mensaje a esa persona que te pone la piel de gallina o para publicar algo sugestivo sin necesidad de decirlo todo.
Así que prepara tu café, pon tu lado más coqueto y deja que estas palabras se deslicen… Porque la poesía también puede seducir. ¿Quieres conocer chicas en Valencia para susurrarle al oído alguno de estos poemas? Conoce cientos de chicas en el buscador de contactos Valencia Citas.
21 poemas picantes cortos
Tus labios, mi débil vicio,
mi piel, tu territorio,
tus besos son un oficio
de placer y de emporio.
En la noche oscura,
tú y yo sin prisa,
mi deseo es pura
bendita sonrisa.
Recorro lento tu espalda,
me pierdo entre caminos.
Que tiemble la calma,
que ardan los destinos.
Atrapado en tu cuello,
me embriago en tu aroma,
mi lengua, destello
de un incendio que asoma.
Desnudos de palabras,
tan llenos de ganas,
el tiempo se abraza,
las horas son nada.
Muerdo tus labios
como fruta prohibida.
No hay pecado en amarnos,
¡la noche nos cuida!
Eres fuego, eres brasa,
carne que me llama,
tu cuerpo, mi casa,
tu piel, mi cama.
Bajo sábanas viejas,
con besos nos sobra,
cada caricia deja
un “te quiero” que cobra.
El jadeo en tu boca
canta a mi oído,
melodía que provoca
un infinito latido.
Amarte con la boca
es mi gran profesión.
Que el deseo nos toque,
y explote la pasión.
Lento, muy lento,
el deseo construyo,
tus piernas, mi templo,
tu cuerpo, lo suyo.
Déjame mirarte,
perderme en tu pecho,
rozarte y quemarme
sin más pretexto.
La ropa está de más,
nuestras manos inquietas.
Tu nombre en mi boca,
tu aroma en mi chaqueta.
Eres sal, eres viento,
el sudor del deseo.
Nos comemos el tiempo
en un beso sin miedo.
Mis dedos te buscan,
susurros perdidos,
con lengua que arrulla
tus gritos dormidos.
Que tiemble la luna,
que canten las olas,
tu cuerpo y el mío
tienen sus propias notas.
Desabóchame el alma,
dejemos la razón.
Quiero que me ames
sin ninguna condición.
Mis labios son fuego,
tu piel combustible.
Qué hermoso este juego,
pecado invisible.
Al borde del abismo,
tu mirada me empuja,
caemos al hechizo
del deseo que cruza.
Qué importa el silencio
si gritas en mi piel.
Que el cuerpo se hunda
y el mundo no nos vea.
Tu piel es mi vicio,
tu boca mi guía.
Somos dos adictos
de noches prohibidas.